Si en otras entradas del blog hablamos de la tasación de bienes inmuebles, instalaciones deportivas o buques mercantes, en esta queremos centrarnos en la valoración de intangibles. Por ejemplo, de patentes o marcas.
Los activos intangibles se identifican de forma independiente, son transferibles y tienen una vida económica útil. Cuando hablamos por ejemplo de los activos de propiedad intelectual nos referimos a patentes, diseños industriales, marcas, derechos de autor y secretos comerciales.
Toda empresa u organismo que desarrolla una actividad y cuenta con la combinación de una serie de medios (humanos tecnológicos, físicos, contractuales, etc) suele tener incorporados uno o varios activos intangibles, bien adquiridos o surgidos desde origen, y su análisis, diagnóstico e interpretación puede ser más que útil para alcanzar sus objetivos.
El proceso de valoración de los intangibles es un proceso que pretende acreditar, certificar o cuantificar su existencia, así como determinar su valor razonable siempre que, aparte de contar con un proceso de medición específico, sea susceptible de generar beneficios para su usuario.
La variedad de intangibles es tan amplia que la forma de clasificarlos se ha realizado por categorías, así los hay relacionados con la comercialización, con el cliente, artísticos y de naturaleza contractual. Dentro de los más frecuentes, tendríamos las marcas, patentes, contratos de franquicia, licencias de actividad y las concesiones, a los que se añadiría el fondo de comercio, como aquel componente que aúna a todos aquellos que no pueden ser separados o identificados de forma aislada, pero que permiten pensar en el sobreprecio que estaría dispuesto a abonar un tercero por la adquisición de la actividad que combina todos los recursos sobre los que descansa el propio fondo de comercio.
Valoración de intangibles en las empresas
En lo que respecta a la metodología de valoración, existen múltiples métodos para la valoración de activos intangibles, pero como ocurre con el resto de los activos, éstos se agregan en tres grandes disciplinas:
- Mercado: El proceso de valoración se basa en las consideraciones que se pueden realizar sobre activos similares dentro del mercado de transacciones, siendo el procedimiento comparativo el más identificado con él. Bajo el mismo, se realiza un estudio de los precios y de las transacciones u operaciones de compraventa realizadas recientemente en el mercado, partiendo de una investigación previa para conseguir la información necesaria que sirve de base a la conclusión de valor. Este criterio suele no ser viable en el caso en el que la propiedad a valorar no tenga referencias en el mercado suficientemente comparables, o que hayan sido realizadas en momentos también similares al aplicado en la valoración.
- Coste: Según este criterio el valor de la propiedad se identifica con la inversión necesaria para la consecución de los objetivos que actualmente cumple. Generalmente, este criterio suele arrojar una aproximación de la inversión realizada históricamente, pero desde el punto de vista de las expectativas creadas por la propiedad y desde los objetivos (cumplidos o no) de las inversiones llevadas a cabo, puede arrojar conclusiones significativamente desviadas, lo que implica la asunción de cierta cautela antes de ser considerado como un enfoque adecuado.
- Rentabilidad: se trata sin duda del método más utilizado para valorar este tipo de propiedades. Al amparo de esta metodología el activo se valora en función de los rendimientos futuros que se pueden obtener directamente relacionados con ella. El procedimiento de valoración se realiza mediante un descuento de flujos, descontados mediante una tasa de actualización acorde a la rentabilidad y al riesgo de la inversión.
En lo que respecta a la metodología más frecuente, generalmente se aplican técnicas de valor presente combinadas con mercado en aquellas variables en las que se pueda utilizar y debidamente contrastar la asignación desde un punto de vista externo, aunque la aplicación de mercado directo pueda emplearse como método complementario en tipos de intangibles tales como licencias, o permisos.
¿Para qué determinar el valor monetario de los activos? ¿Tiene sentido valorarlos de forma aislada?
La valoración es una herramienta muy útil, especialmente para los siguientes casos:
- Requerimiento contables: En procesos de combinaciones de negocios la norma te exige la valoración pormenorizada de todos los elementos que se integran, especialmente porque el fondo de comercio final de la operación se obtiene como diferencia entre precio pagado y activos (menos pasivos) involucrados.
- Operaciones vinculadas: Las cesiones de tecnología, patentes, incluso contratos, requieren siempre del análisis desde un punto de vista de mercado (por obligación fiscal).
- Estudios de vidas útiles: Las políticas de amortización de los activos intangibles también influyen sobre manera tanto en la imagen fiel del patrimonio de las entidades que los poseen como en la política de reinversión sobre ellos, con lo que es siempre útil poder analizar su aplicación desde su valoración.
- Estrategia empresarial: El saber cómo se construye la creación de valor dentro de un proceso o actividad, los elementos que intervienen y de qué manera, es crucial para poder abarcar la toma de decisiones posterior.
- Liquidaciones: En procesos de escisión, concurso de acreedores o liquidación, cobran especial relevancia dentro de la generación del inventario de masa activa.
En definitiva, es un proceso que suele requerir algo de tiempo, información y la colaboración de expertos en la materia, no obstante, lejos de considerarse como un requisito, una medida obligada o un proceso por el que se deba de pasar por requerimientos de determinadas normas, es en sí mismo una labor que cuenta con importantes ventajas si se aprovechan las conclusiones e información que se aporta.